Rodolfo Ruiz/La Corte de los Milagros/e-consulta
La ausencia de Eduardo Rivera Pérez, Rafael Micalco Méndez y otras figuras panistas en el acto de toma de posesión de Jesús Giles Carmona y Martha Erika Alonso Hidalgo como presidente y secretaria general del CDE del PAN, sólo confirma una cosa: que aquellos siguen distanciados del morenovallismo y que los esfuerzos de Diódoro Carrasco Altamirano por limar asperezas y tratar de reconciliar a los grupos al interior del blanquiazul aún no fructifican.
Lo peor es que el tiempo avanza y que la nominación de José Antonio Gali Fayad como candidato del PAN a la mini gubernatura de Puebla está cada vez más cerca.
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Vaya complicación en la que el PRD ha puesto a la dirigencia nacional del PAN y al gobernador Rafael Moreno Valle, con su decisión de condicionar su apoyo a José Antonio Gali a la gubernatura de Puebla, a cambio de que los panistas hagan lo propio con su candidata a gobernadora de Tlaxcala, Lorena Cuéllar Cisneros.
La complicación es mayúscula considerando varios factores: a) que Adriana Dávila Fernández no está dispuesta a declinar a favor de su homóloga perredista Lorena Cuéllar; que la senadora panista tiene el respaldo de importantes figuras del PAN nacional como Felipe Calderón, Ernesto Cordero y Germán Martínez Cázares, todos ellos distanciados del gobernador Moreno Valle; y que Gali Fayad difícilmente ganaría la gubernatura de Puebla sin el apoyo del PRD y con un PAN fracturado.
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