En su primer discurso sobre el estado de la Unión como presidente de los Estados Unidos, Donald Trump llamó a la unidad del país pero insistió en el cierre de fronteras con México, en un plan migratorio y criminalizó a los inmigrantes latinoamericanos.
En el Capitolio, mencionó que “Las fronteras abiertas han permitido que drogas y bandas penetren en nuestras comunidades más vulnerables, han permitido a trabajadores de bajos salarios competir por empleos y salarios de los estadounidenses pobres”.
Por ello, afirmó que ampliaría la regularización a 1.8 millones de dreamers a cambio de mayor seguridad fronteriza, el fin de la migración familiar y el sistema de lotería de visados.
Tras ese planteamiento pidió “unión entre los partidos y dejar de lado la política para finalmente hacer el trabajo”, discurso que fue tanto aplaudido como abucheado, aunque dijo tener la mano abierta para trabajar con demócratas y republicanos para solucionar el problema, pero para los migrantes “cerró el puño”.
Además, mencionó que “los estadounidenses también son soñadores”, haciendo alusión a los jóvenes indocumentados que llegaron a la Unión Americana siendo niños y buscan protección para evitar ser deportados.
Por otra parte, añadió que es tiempo de “poner fin a los malos acuerdo económicos”, sin mencionar específicamente al Tlcan, para continuar con “los éxitos de su administración en economía”.
Editado por: Jorge Dorantes