Para reactivar proyectos parados por grupos que se oponen, como la presa El Zapotillo y el proyecto de agua para La Laguna, el presidente Andrés Manuel López Obrador apuesta a convencer a las partes y llegar a acuerdos, y no en resolverlos en tribunales.
Y es que el mandatario reiteró este fin de semana, en sus giras por Jalisco y Durango, que no confía en el poder judicial para resolver estos asuntos, pues considera que está “podrido” con jueces y magistrados “al servicio de los grupos de intereses creados y tienen una mentalidad muy conservadora, ultraconservadora”.
El sábado, en Jalisco, propuso a pobladores de Temacapulín, Palmarejo y Acasico, en Jalisco, que escuchen la explicación del nuevo proyecto de la presa El Zapotillo. A cambio, por parte de Conagua, y que lo permitan, pues le aseguró que no inundará sus pueblos y el gobierno federal asumirá costos de cualquier daño.
Este domingo, en Durango, convocó a autoridades estatales, estatales y municipales, así como a representantes de usuarios de las aguas nacionales y ambientalistas, a entablar diálogo para llegar a un consenso sobre el proyecto de Agua Saludable para La Laguna, a más tardar el 3 de octubre
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), el proyecto busca aprovechar agua de los escurrimientos del Río Nazas, y reemplazar reemplazar la que se extrae de pozos contaminados con arsénico, para abastecer de líquido de calidad y suficiente a un millón 600 mil personas de nueve municipios de Durango y cinco de Coahuila.
López Obrador reconoció que hay oposición “legítima” al proyecto, pero insistió en que quiere abrir el diálogo para convencerla de que la obra se necesita y de que, si no se realiza en su gobierno, otro lo va a tener que hacer.
Aseguró que, a diferencia de otros proyectos, donde se tienen que sacrificar algunos por el bien de la mayoría, en este caso no se perjudica a nadie y sí nos beneficia a todos.
En este sentido, pidió a las autoridades y a los productores que apoyen su proyecto, pues no quiere heredarlo inconcluso a otras administraciones, como hicieron la anteriores a la suya.
“Durante mucho tiempo prevaleció la idea de que no era dinero de los ciudadanos y que si una obra quedaba sin terminar o mal hecha, o se robaban el dinero o cobraban más de la cuenta, pues a nadie le importaba”, reprobó.