Recientemente se han presentado, al menos, tres casos de violencia en dónde los jóvenes han sido protagonistas. El más reciente, el lamentable caso de Neto Calderón; también tenemos el caso del jóven que fue golpeado por supuestos cadeneros en San Andrés Cholula y el más reciente, el caso del Estudiante de la UDAL que apuñaló a su compañero.
Ninguno de estos casos están aislados entre sí, mucho menos con la situación nacional. Venimos de años muy cruentos, dónde una supuesta guerra contra el narcotráfico iba a terminar con toda la malicia. Por el contrario, sólo provocó la ruptura del tejido social y la normalización de la violencia y abandono
A inicios de este mes, en una secundaria de Coahuila, un niño apuñaló a su maestra pues ésta, supuestamente, lo insultaba constantemente. De nuevo… la normalización de la violencia.
A nivel federal se está dando una ardua batalla por sacar a los jóvenes de esta dinámica, en primera con el programa Jóvenes Construyendo el Futuro que permite a aquellos que no tuvieron la oportunidad de ni estudiar ni trabajar, puedan emplearse y salir adelante.
Asimismo, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha insistido desde las mañaneras es que se cambie la percepción de que el lujo, la riqueza mal habida, la prepotencia y el arrebato; y se pueda sumar de amor al prójimo, de sensibilidad, de humanismo.
Pese a lo anterior, aún falta mucho camino por recorrer, por lo que también los estados tendrían que poner de su parte: realizar campañas de difusión, pláticas con padres de familia, jóvenes y niños; además de es acciones para fortalecer el sentir comunitario, es decir, brindarle a la gente el sentido de pertenencia y reconocimiento a una barrio, a un pueblo. Que los ciudadanos se sientan parte de un núcleo de la sociedad.
La meta es a largo plazo, pero es sumamente prioritario poner atención en ello ya.