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Identidad e imperialismo cultural en Museos Puebla

Ana Martha Hernández Castillo*

Se viven tiempos de transición y buena parte de los ciudadanos estamos atentos a quiénes serán las y los funcionarios que, de la mano del gobernador electo y a la cabeza de las distintas secretarías de la administración pública estatal, guiarán los destinos de Puebla en todos los aspectos de las políticas públicas.

Los aspectos económicos, de seguridad, de salud, de educación y de infraestructura suelen ser a los que les prestamos mayor atención como ciudadanos, pues son tópicos que abonan a la mejora en nuestras condiciones de vida.

Desde esta perspectiva de desarrollo social, la cultura es -o debería ser- un tópico central. En los últimos años, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) ha promovido que la cultura se reconozca como un instrumento y motor del desarrollo social; y en este contexto, los museos juegan un papel determinante para la cultura de una sociedad, ya que fungen como espacios de reflexión y producción de conocimiento sobre el patrimonio de la colectividad; son repositorios de la memoria a través de los objetos que resguardan; y en este sentido tienen una función social: la conservación, interpretación y exhibición de esos objetos constituyentes del patrimonio fomentan la diversidad y la sostenibilidad y fortalecen la identidad, la cultura y la memoria de la colectividad en la que se inscriben.

Sin embargo, en los últimos años, en la gestión de los museos poblanos, observamos muchas tareas pendientes en torno a su función social que, vistas con ojo optimista, pueden convertirse en una oportunidad para la administración entrante.

De acuerdo al Consejo Internacional de Museos (ICOM) entre las tareas principales de la institución museal están la investigación, conservación y exhibición del patrimonio material e inmaterial de una comunidad, acciones con las que se fomenta la participación de la propia comunidad para un intercambio inclusivo de conocimientos. Es aquí donde radica la importancia del museo como herramienta de afianzamiento de los sentimientos de identidad: el acercamiento, conocimiento y apropiación de lo cercano, del patrimonio heredado por nuestros antepasados, de lo que nos hace ser e identificarnos con.

En teoría, las políticas públicas en torno a los museos deberían promover esos sentimientos de identidad mediante la puesta en valor, conservación y exhibición de la producción local y/o de los acervos artísticos – que son muchos y muy ricos- que se resguardan en los museos poblanos, pero desafortunadamente lo que observamos actualmente en los museos es lo contrario; un fenómeno de consumo cultural que los sociólogos llaman “imperialismo cultural”, en donde se imponen valores culturales de naciones hegemónicas y se favorece el consumo de productos culturales producidos en países europeos o norteamericanos por encima de las producciones locales.

Esta imposición de valores es muy visible en las exposiciones que desde hace algunos años se han abierto al público en los museos poblanos: exposiciones de artistas foráneos, que no guardan ningun vínculo estético o sensible con el contexto poblano -y que suelen resultar costosas por todas las implicaciones técnicas que requieren para su montaje- a las que se les da prioridad por encima de la producción de artistas locales, tanto emergentes como consolidados y por encima también de la exhibición de los ricos acervos históricos y artísticos que se resguardan en los museos de la entidad que forman parte

Es por ello que en líneas anteriores comentaba que esta problemática puede representar una oportunidad para la administración cultural entrante: hace falta replantear los objetivos y metas de la institución museal para que cumpla con su función social y revertir el imperialismo cultural para ponderar la puesta en valor de lo propio, lo que nos identifica y nos representa como poblanos. 

*Ana Martha Hernández Castillo, es doctora en Estudios Históricos por el Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y maestra en Historia del Arte por la UNAM. Desde el año 2002 se ha desempeñado en el ámbito de la investigación curatorial y gestión de proyectos artísticos para los museos de Puebla

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