Editorial Ángulo 7
En este espacio vertirmos la opinión de nuestro medio, siempre con una visión contructiva Credito: Elaboración propia

Nadia Navarro Acevedo, hija de Carlos Navarro Corro, la reemplazó en la dirigencia del partido PSI, luego de que él falleciera el pasado 2 de junio. Este cambio de dirigencia es la continuidad de la familia Navarro, pues desde su fundación en 2012, el partido no tuvo otro directivo. Nadia fue nombrada por parte de la dirección general y la encargada de dar el anuncio fue Araceli González Córdova, secretaria general del partido.

Nadia prometió una transformación del partido y diálogo con los diferentes partidos, aunque con esas declaraciones se tendrían que entender, en realidad, una suerte de continuidad, pues, también aseveró que su padre tomó acertadas decisiones al haber estado en la coalición del PAN-PRI-PRD, para los comicios del 2 de junio del 2024. Esos aciertos se expresan en los resultados que posicionaron a candidatos del PSI en 10 presidencias municipales, además de su presencia en 29 municipios con regidores.

Las transformaciones llegan cuando se hace algo diferente, es decir, dejar de lado las prácticas de nepotismo, de transferencia de puestos y cargos públicos a familiares, como si de herencia se tratara. Esta práctica de transición de familiares en las esferas del poder es recurrente en la política local, de la cual Puebla ha tenido bastantes casos, incluso en la gubernatura del estado.

El nepotismo en la esfera pública implica un tipo de corrupción: en términos de democracia es el cierre de espacios de participación en condiciones igualitarias, pero también es una puerta abierta para trabajar para unos cuántos.

A lo anterior se le suma que la ahora dirigente del PSI no sólo recibe un sueldo por parte del partido PSI, sino que es también diputada federal gracias al PRI y al PAN. Es decir, se trata de un partido que en la elección pasada apenas abonó al triunfo de Eduardo Rivera Pérez.

No obstante, si de otorgar el beneficio de la duda se trata, Nadia Navarro, para transformar al PSI, cómo mínimo tendría que revisar dentro de su partido los casos de presidentes municipales relacionados con la venta ilegal de hidrocarburos, los casos de candidatos acusados de violencia política de género e incluso sus relaciones con feminicidas como el caso de Javier López Zavala.

De lo contrario, sería más de lo mismo, sin trastocar el cacicazgo familiar.