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La Cuarta Trasformación ¿utopía o ideal?

Si bien es con San Agustín que surge la idea de la Historia como trayectoria hacia delante -idea extraña para el mundo anterior- es con el historicismo laico que empieza a entenderse esta historia como infinitamente perfectible, de modo que el mañana perfecciona el hoy, siempre y sin reservas, y en el curso de la historia misma se vaya haciendo por humanes educándose y enriqueciéndola y recorriendo este camino bajo el signo de la esperanza.  Es esta la idea que se propone dentro de la Cuarta Trasformación y de la que dan cuenta las sentencias “Juntos Hagamos Historia” y “Sigamos Haciendo Historia”.

Concebir que la historia está construida por humanes es lo que nos permite el optimismo de la razón y la voluntad de juzgar la historia y sus horrores. Sólo si se cuenta con un sentido de la dirección de la historia se pueden amar las realidades terrenas y creer —solidariamente— que hay todavía lugar para la esperanza. Es por esto que en la Cuarta Trasformación se habla de la esperanza de construir una Nueva República. La esperanza nos convoca a asumir la propia responsabilidad en relación al mañana que se ha convertido en propuesta común tanto en quienes apoyan a la 4T como a sus adversarios. Los que reaccionan contra la 4T, proponiendo apocalipsis variopintos es porque, en el fondo, le tienen miedo al futuro. La fuerza de los fantasmas reside precisamente en su irrealidad.

La 4T no es una fuga del presente para refugiarse en un futuro inviable sino una propuesta que, a partir de desbaratar las estructuras actuales, instaure con fuerza un orden de valores también perfectible.

Tras las visiones apocalípticas se hallan grupos humanos oprimidos por graves sufrimientos religiosos, sociales y políticos, los cuales, han visto salida en la acción inmediata, proyectando cotidianamente su intención de ser causa de los cambios. La convocatoria a no asumirse como derrotados ha permitido superar la resignación respecto al presente.

De esta manera, la historia propuesta en la 4T es vista más claramente como un camino hacia una meta dentro de ésta, que no trascendente a ella. Esta perspectiva podría ser expresada mediante tres ideas fuerza: a) la historia posee un sentido, una dirección de marcha, no es un mero cúmulo de hechos absurdos y vanos. b) Este sentido es puramente inmanente y se proyecta dentro de ella, y por lo tanto es objeto de cálculo y esperanza. c) Esta perspectiva no agota, sino que solidifica el sentido de los acontecimientos contingentes: son el lugar ético en el que se decide el futuro metahistórico de la aventura humana. Cada mínimo progreso en este sentido sobre las grandes cosas sencillas de nuestra vida cotidiana significará un paso adelante para compartir las razones de la esperanza. La 4T une así la metafísica, la ética, la política y la epistemología.

Ante la pregunta que formulamos en nuestra colaboración inmediata anterior de si la 4T es una utopía o un ideal, respondemos que es un ideal. Descartamos que sea una utopía ya que ésta alude a lo irrealizable. Como lo aseveramos la utopía es inexistente en tanto que es un imposible.

Afirmamos que la 4T es un ideal porque exhorta a construir un camino que conduzca a una Nueva República cuyas características relevantes sean el amor, la democracia, la justicia… Es un ideal que prescribe el deber de reconocernos a nosotros mismos en el otro; o que debemos tratar a los otros como si fuéramos nosotros mismos. Tratar a los demás como nuestros iguales y no como nuestros inferiores.

El camino de la 4T es largo, pero se avanzará en la medida en que no se pierda el rumbo, el ideal.

robledomeza@yahoo.com.mx

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