La presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, presentó una reforma para revertir el fallo del panel del T-MEC para que México no prohíba la importación de maíz transgénico; la iniciativa busca garantizar la siembra de maíz libre de transgénicos pero no prohibiría su importación.
Más de 24 países cuentan con legislaciones que regulan o prohíben el maíz transgénico. Su prohibición completa se establece en países de Europa como Alemania, Austria, Bulgaria, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Letonia, Lituania, Luxemburgo, Malta, Países Bajos y Polonia debido al daño a la salud que ocasionada. Sin embargo, en países del sur global como Argelia, Madagascar, Turquía, Kirguistán, Bután, Arabia Saudita, Perú, Ecuador y Venezuela se prohíbe bajo diversas circunstancias.
En el caso de Perú, la ley prohíbe la producción de maíz transgénico bajo una moratoria que podría cambiar en 2035; sin embargo, la importación de transgénicos no está prohibida. Por su parte, Ecuador, se declaró libre de semillas y cultivos transgénicos incluso para fines de investigación desde 2008. Mientras que, Venezuela, prohíbe la siembra de maíz transgénico, pero permite la importación de productos procesados con maíz transgénico.
Cabe recordar que, en México, el maíz transgénico está prohibido para consumo humano, y, bajo la ley, solo se permitía su importación para el consumo de animales. Por ello, Canadá y Estados unidos, a solicitud de diversas empresas agrotecnológicas, presentaron la denuncia contra México exigiendo se les permita importar el maíz para consumo humano.
De acuerdo con organizaciones como Sin Maíz No Hay País y la propia iniciativa de reforma de la presidenta, basada en estudios que se replicaron en América Latina y Europa, el maíz transgénico llega a propagarse a los cultivos con semillas sin transgénicos, dañando así su diversidad genética e impidiendo su reproducción.
Ecuador, Perú y Venezuela, contra siembra de maíz transgénico
Ecuador cuenta con 29 razas de maíz y es su principal cultivo en la superficie sembrada. En 2008, se declaró libre de semillas y cultivos transgénicos pese a que, en 2017, el presidente, Rafael Correa, modificó la prohibición para permitir el ingreso de transgénicos con fines de investigación. Fueron organizaciones campesinas, indígenas y socioambientales quienes obtuvieron un amparo de la Corte quien declaró inconstitucional la reforma en 2022.
Desde 2011, en Perú se estableció una moratoria de 10 años para la producción de maíz transgénico, pero en 2021, la moratoria se amplió hasta el 31 de diciembre de 2035. La Ley número 31111 de su Constitución contempla fortalecer las capacidades nacionales y gestionar los riesgos ante una potencial liberación al ambiente de transgénicos. Sin embargo, existe importación de maíz, algodón y otros granos para consumo animal transgénicos, dado que esto no está prohibido.
El pasado 28 de mayo de 202, el ministro de Desarrollo Agrario y Riego, Ángel Manero, planteó la posibilidad de permitir la siembra de maíz y algodón transgénicos en la costa peruana. De acuerdo con el ministro, esta medida contrarrestaría el avance de las importaciones que suman cerca de 700 millones de dólares.
Sin embargo, el 3 de julio los legisladores decidieron mantener la moratoria sobre el cultivo de transgénicos hasta el 2036 dado que la Ley número 29811, prohíbe la liberación de transgénicos en el ambiente con fines de cultivo o crianza hasta el 2036.
Para el caso de Venezuela, donde esta prohibida la siembre, uso, manipulación y comercialización de transgénicos, permite la importación de alimentos procesados. Esta prohibición existe desde 1997 pero en 2015 se aprobó la Ley de Semillas donde se establece de manera directa la prohibición de producir, importar, comercializar, distribuir, liberar y usar semillas modificadas.
¿Es suficiente con prohibir el maíz transgénico?
En estos tres países, como en México, organizaciones sociales advierten que, si bien la prohibición de maíz transgénico es necesaria, también lo es una política que proteja a los maíces nativos y fomente su producción para garantizar la soberanía alimentaria. Esto, debido a que, ante el cambio climático y las sequías, la diversidad genética de los maíces nativos, así como su potencial de adaptación, pueden ser efectivos para satisfacer la demanda de maíz y permitir la autosuficiencia alimentaria.
De acuerdo con investigadores como Emanuel Gómez Martínez, agrónomo e investigador de la Universidad Autónoma de Chapingo, la reforma que propone la presidenta es necesaria, pero requiere, además, de un programa de apoyo a la producción de maíz amarillo y blanco para reducir su importación.
Según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, las importaciones de maíz amarillo a México en 2023 fueron de 5 mil 386 millones de dólares, un aumento de más del doble respecto a los 2 mil 685 millones que importaron en 2020.
Este incremento, indicaron las autoridades estadounidenses, resultó de las sequías que se presentaron durante los últimos años en territorios de México donde se siembra maíz. Mientras que, en Estados Unidos, incrementó la producción de maíz amarillo y se combinó con la reducción de su precio a nivel internacional. Sin embargo, esta reducción es resultado de la baja demanda debido a los daños a la salud que los transgénicos causan en seres humanos.
Acciones de Sheinbaum para impulsar producción de maíz
La presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, destacó durante su informe de los 100 primeros días de gobierno que, con la participación de 60 mil productores en mil 300 asambleas y talleres, se formularon 155 proyectos territoriales para aumentar la producción de maíz, frijol, arroz, verduras, café, cacao y miel. Este es parte del programa cosechando soberanía, a cargo de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural y consiste en brindar acompañamiento técnico y financiero para la comercialización dirigida a pequeños y medianos productores.
Previamente, el 22 de diciembre de 2024, el titular de esta secretaría, Julio Berdegué Sacristán, aseguró que continuará con la defensa de la producción del maíz blanco no transgénico. Para ello, explicó, establecerán programas de tecnificación para mejorar la eficiencia y calidad en 52 mil hectáreas de cultivo y aumentar en un 50 por ciento su producción.
Además, ampliarán los programas como Producción para el Bienestar, Precios de Garantía, y Fertilizantes para el Bienestar, que beneficia a más de dos millones de productores. Con ello, esperan impulsar el plan para cubrir la demanda de 24 millones de toneladas de maíz blanco no transgénico al año.
Cabe recordar que estos programas iniciaron en el sexenio pasado, donde el entonces gobierno de Andrés Manuel López Obrador emitió dos decretos presidenciales, frente a los riesgos que causa el glifosato y las semillas transgénicas. El primer decreto presidencial se emitió el 31 de diciembre de 2020 y el segundo el 13 de febrero de 2023, los cuales prohíben el uso de semillas de maíz transgénicas para siembras agrícolas destinadas a consumo humano.
M.H.C.