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Aplauden que no se siembre maíz transgénico, pero falta prohibir consumo

Aplauden que no se siembre maíz transgénico, pero falta prohibir consumo

Aplauden que no se siembre maíz transgénico, pero falta prohibir consumo

Especialistas coincidieron que es importante que se prohíba la siembra del maíz transgénico en México con la iniciativa de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo; sin embargo, también pidieron evitar que su consumo porque -aseguraron- representa un riesgo para la salud.

Así lo señalaron, en entrevista en Ángulo7 Radio, Fernando Bejarano González, director de la Red de Acción en Plaguicidas y sus Alternativas en México; Erica Hagman Aguilar, investigadora independiente y Justino Cisneros Tzoni, integrante del Banco de Semillas Nativas Hyadi, en Ixtenco, Tlaxcala.

Hagman Aguilar comentó que es positiva la iniciativa que mandó la Presidencia de la República para proteger las 59 razas de maíz y prohibir la siembra de transgénico, porque responde a un movimiento nacional que se origina en las comunidades campesinas y los pueblos para la búsqueda de sistemas agroalimentarios saludables.

Sin embargo, puntualizó que no aborda todos los puntos, pues, aunque se contempla la restricción en la siembra del maíz transgénico, no contempla la prohibición de su consumo, pese a que se cataloga como símbolo de identidad cultural.

No obstante, no se hace diferencia entre maíz transgénico y el genéticamente modificado y otras técnicas como la transgénesis, y la edición genética a través de maquinaria bacteriana, a la que las empresas le están apostando y que implica riesgos a la salud humana, al ambiente y a la diversidad biológica y riqueza biocultural de México.

Explicó que los maíces nativos son todas aquellas variedades de las poblaciones locales que domesticaron la planta, la diversificaron y se agrupan en razas; luego son los híbridos, que son los que se cruzan con los nativos y la combinación entre éstos y los nativos hibridizados, que se da en el campo.

Pero igual están los híbridos comerciales, que no siguen el procedimiento de mejoramiento genético o de selección, sino que se les aplican técnicas para ello en empresas y centros de investigación, así como en institutos de educación superior y los manejan como maíces mejorados.

Mientras que, en los transgénicos, el proceso no se hace en el campo, sino en un laboratorio a partir de un híbrido comercial para insertar genes de bacterias o de animales, que es lo que hace la diferencia entre los tres tipos de maíz.

Ante esto, sostuvo que se debe apoyar a los productores de pequeña y mediana escala con conversión agroecológica y que la conservación de los maíces nativos sea viva, así como que los marcos normativos protejan las semillas de interés mezquinos y que haya programas de mejoramiento participativo de los maíces nativos para una circulación libre.

Necesario, prohibir otras modificaciones genéticas

En tanto, Bejarano González, igual, calificó como un avance la iniciativa, aunque en comparación con lo que se había propuesto en decretos pasados en la anterior legislatura, “es un retroceso” porque solo se prohíbe la siembra del maíz transgénico y no otras modificaciones genéticas.

Por ello, consideró que se deben corregir estas deficiencias en la iniciativa de la presidenta Claudia Shaibaum Pardo para lograr los objetivos de la protección de los maíces nativos y reforzar la identidad y la soberanía nacional frente a las presiones de las empresas, para tener una protección a la biodiversidad.

Hizo énfasis en que “la expresión de la defensa de la soberanía” y asegurar que el consumo, en productos elaborados estén libres de organismos modificados, fue parte de la promesa de campaña, por lo que estimó que son puntos a atender, ya que de lo contrario sería un retroceso.

“Lo que ocurrió es que entre los decretos que defendía estos puntos y la reforma constitucional se dio un cambio de gobierno, pero igual una presión americana y decisión del panel de controversias que ha sido malinterpretado, pues no prohibir el consumo de maíz transgénico da pie a pensar que se puede importar de este maíz para la alimentación”, recalcó.

Agregó que si no se prohíben otras modificaciones genéticas y se reduce al maíz transgénico, da margen de maniobra a las empresas, pues no se tendría una visión a largo plazo que con las nuevas tecnologías buscan “perpetuar” el control trasnacional creando dependencia de ellas, que no están reguladas, ni en México ni Estados Unidos.

Por ello, mencionó que esto debe ser tomado en cuenta durante la legislación que se haga en el Congreso de la Unión para asegurar que cualquier acción que hagan las empresas, o incluso la importación del maíz transgénico, sería en contra de la Constitución.

Recalcó que es muy positivo que se establezca dar prioridad al manejo agroecológico del maíz, lo cual debe quedar plasmado en una estrategia nacional de transición agroecológica en el Plan Nacional de Desarrollo (PND) que se está trabajando por parte del gobierno federal.

En la estrategia nacional de transición agroecológica se debe incluir al conjunto del sistema productivo y no solo a los grandes, ya que así se puede dar continuidad a la reducción de agrotóxicos, como glifosato y otros que son “muy peligrosos”.

Deben conservarse maíces nativos: productor

En tanto, Cisneros Tzoni mencionó que la idea de hacer un banco de semillas se debe ante la preocupación de la conservación de maíces nativos, que son herencias de generaciones anteriores, ya que en su caso desde los 10 años sembraba con su papá y a la fecha cuenta con 62 años de edad.

Refirió que se trata de rescatar y conservar “como un tesoro” lo que se tiene, ya que se sienten amenazados, por los maíces mejorados, y en su caso tiene que cuidar que cuando siembra no se contagie de lo que sus vecinos producen, que si son diferentes y ya no son nativos.

“La idea de conformar el banco de semillas Hyadi, que significa sol en Otomí y que es una lengua que ya se está perdiendo por lo mismo que en su tiempo, hace 60 años, la gente lo hablaba bien, pero cuando iban a la escuela se les prohibió que lo hicieran y poco a poco se fue olvidando, pagando ahora las consecuencias”, asentó.

Contó que con el programa de Producción del Bienestar les ayudan a hacer los insumos agroecológicos con lo que los maíces que se producen sean limpios, aunque “se sienten abandonados” porque hay pocos campesinos debido a que la mayoría de los jóvenes se van a trabajar a las fábricas o estudian y ya no regresan al campo.

Relató que esto genera que los pocos que quedan se saturen y no les dé tiempo de conservar las tierras limpias y se tienen que auxiliar de insumos químicos para poder producir, sumado a la “tentación” de que los maíces mejorados dan más toneladas se opte por sembrarlo.

También, “se desaniman”, porque lo que invierten en la siembra, cultivo, barbecho, labra y cosecha es más alto y, muchas veces, no les resulta redituable.

“Nosotros aquí estamos, en pie de lucha defendiendo nuestros maíces y el banco se formó para que cuando no tengamos semilla por alguna granizada o algo, de ahí nos podamos apoyar y debe haber conciencia para que el campo se fortalezca, que los jóvenes en sus tiempos libres ayuden y se coma alimento sano”, concluyó.

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